El polémico embargo que Estados Unidos lleva impuesto a Cuba por casi seis décadas fue condenado otra vez por abrumadora mayoría en la Asamblea General de la ONU, pero con dos sorpresas: la abstención de Colombia y la oposición de Brasil.
El embargo estadounidense, impuesto hace 57 años y endurecido en varias oportunidades, no ha logrado derribar al gobierno del Partido Comunista cubano. Pero el presidente Donald Trump, que busca un cambio de régimen tanto en Cuba como en Venezuela y que considera a La Habana responsable de la supervivencia del gobierno de Nicolás Maduro, ha incluso aumentado las sanciones contra la isla en el marco de su lucha contra «Cubazuela», un término acuñado por su jefe diplomático para Latinoamérica.
Tras dos días de debates en los que decenas de países fustigaron el embargo por anacrónico e ‘inhumano’, Brasil rompió con su tradición de exigir el fin de embargo bajo el liderazgo del nuevo presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, aliado de Trump y feroz opositor del socialismo.
Solo dos países se abstuvieron: Ucrania y por primera vez, Colombia, cuyo presidente derechista Iván Duque es otro gran aliado de Washington.
Hasta este jueves Colombia siempre había votado en contra del bloqueo de la isla, que ha sido sede de sus diálogos con las guerrillas de las FARC y del ELN.
El gobierno de Cuba asegura que desde que el presidente John F. Kennedy impuso el embargo a Cuba en febrero de 1962, menos de un año después de que Fidel Castro declarase el carácter socialista de la revolución, éste ha provocado perjuicios a la isla por más de 138.000 millones de dólares al cambio actual.
Nueva escalada de agresión
Estados Unidos «no esconde su propósito de asfixiar económicamente a Cuba e incrementar los daños, carencias y sufrimientos a nuestro pueblo», afirmó en la Asamblea el canciller cubano, Bruno Rodríguez, que denunció «una escalada en la agresión contra Cuba» de parte de Trump.
«Es tiempo de detener la demencia imperialista», lanzó por su lado el canciller venezolano, Jorge Arreaza, que viajó a Nueva York para asistir al debate.
La política estadounidense hacia Cuba «ha fracasado, como el golpe contra Maduro fracasó», dijo Arreaza. Pero «América Latina y el Caribe no son ni serán jamás patios traseros de ningún imperio».
Hace un año, la resolución que reclamaba el fin del embargo contra Cuba fue apoyada en la ONU por 189 países y rechazada solo por Estados Unidos e Israel, igual que en 2017. Ucrania y Moldavia se abstuvieron.
Solo una vez, en 2016, Washington se abstuvo de votar contra la resolución que condena el embargo en un contexto de acercamiento del gobierno de Barack Obama hacia la isla, que incluyó la reapertura de embajadas en ambas capitales en 2015.
Sistema cubano abusa contra «su propia gente»
Trump dio marcha atrás a esa política y sigue aumentando la presión con nuevas sanciones que han provocado una crisis de energía y combustible y que busca cortar a la mitad el turismo a Cuba, visitada el año pasado por 600.000 estadounidenses.
Estados Unidos asegura que el embargo es necesario para castigar a un gobierno que viola los derechos humanos de su propio pueblo y donde más de 50.000 activistas, periodistas y otros han sido arrestados arbitrariamente desde 2010, según la embajadora ante la ONU Kelly Kraft.
«Estados Unidos no es responsable por los interminables abusos del régimen contra su propia gente; no aceptamos responsabilidad por eso», dijo Kraft en la Asamblea, reivindicando el derecho de su país a negociar con quien quiera.
Además, sostuvo, «Cuba es un contribuyente activo a la inestabilidad regional» y «colabora con el exrégimen de Maduro, perpetuando una crisis humanitaria y económica que se extiende más allá de las fronteras de Venezuela», aseguró.
El embargo ha fracasado y la política estadounidense hacia Cuba es un modelo de «diplomacia malgastada» que está castigando a los nuevos pequeños empresarios cubanos, dijo, en tanto, Christopher Sabatini, investigador del centro de análisis Chatham House para Latinoamérica y profesor de la Universidad de Columbia.
«Las transiciones democráticas de la Unión Soviética y en Europa del este no ocurrieron cuando esos países estaban bajo embargo», recordó. En su opinión, las sanciones «están llevando a los cubanos más hacia los brazos de los rusos y a lo que queda del apoyo del petróleo venezolano; así que está teniendo el efecto opuesto» al deseado.
Fuente: El Universo