Los aires acondicionados de casas, oficinas y automóviles encendidos al máximo; decenas de vendedores de agua helada en las calles y ese sol que parece odiar a Guayaquil y que hace que su gente frunza el ceño hasta casi llorar azotando las avenidas. La época más calurosa del año ha llegado y la ciudad superó el sábado anterior su récord de calor, con un registro de 34,8º centígrados bajo sombra.
El anuncio del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) levantó las alertas expuestas en este Diario en innumerables ocasiones sobre la hostilidad climática de la urbe y recordó la falta de árboles como una de las deudas más grandes del Municipio.
? ? ?️| Récord de temperatura máxima en GUAYAQUIL durante este 2019 (estación meteorológica aeropuerto).
Hoy sábado 28 de diciembre en la ciudad se registró la temperatura más alta del año con un valor de 34.8°C (bajo sombra). La sensación térmica en exteriores fue superior. pic.twitter.com/x2hqKk8rWW— INAMHI (@inamhi) December 28, 2019
En redes sociales, la población secundó el dato del Inamhi: “Era obvio que el calor de hoy sobrepasaba los límites antes registrados. Guayaquil era un horno”, escribió un usuario de la red social. Otros, aprovecharon los mensajes sobre el récord en la temperatura para preguntar por redes sociales a la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri sobre los programas de siembra de árboles en la ciudad.
El #cemento y el #asfalto irradian el #calor que absorven del sol. pic.twitter.com/vVdKeGzGrc
— WEF en Español (@wef_es) December 27, 2019
Aunque recientemente se notificó por parte del Municipio de la siembra de mil árboles en el bosque Protector Bosqueira, no es novedad que sitios como el suburbio, los guasmos, la vía a la costa y muchísimas calles del centro y norte carecen de infraestructura óptima para hacer más llevadero el clima registrado estos días.
A corto plazo, a Guayaquil le urge reconocer que hay un problema ambiental heredado por la nula planificación sostenible, definir a los actores sociales, académicos y políticos que pueden integrar y ser parte del trabajo para remediar está situación y utilizar como unidad básica de trabajo a los barrios, recomienda el experto en planificación Luis Alfonso Saltos.
Lissette Mena, planificadora urbana, recuerda que otros países toman acciones para contrarrestar esto. “Sin duda el manejo adecuado de la vegetación urbana es una buena herramienta. Guayaquil necesita árboles, y si el cambio climático no obliga a las autoridades a verlo estamos fritos (literalmente hablando)”.
Según el Índice Verde Urbano de 2010, Guayaquil tenía 1,13 metros cuadrados de área verde por habitante (m2/hab), de una media nacional de 4,69 m2/hab. En su tesis, terminada en 2015, Mena analizó cada distrito de la ciudad y concluyó que Guayaquil tiene en áreas verdes tan solo 2 m2/hab. La Organización Mundial de la Salud exige al menos un 9 m2/hab. Esto aunque el Municipio de Guayaquil ha defendido por años que la ciudad cuenta con 25 metros cuadrados de área verde por habitante; pero para esa cifra incluye bosques, manglares, reservas y estuarios en sus estadísticas.
El urbanista Felipe Huerta, exdirector de Ordenamiento, insiste en que priorizar el cemento en la obra pública, en perjuicio del balance climático es, un error en el que el Cabildo ha caído por años.
Un ejemplo de aquello son los planes habitacionales municipales, como Mucho Lote 1. A nivel ambiental son una pobreza, con modelos peatonales llenos de adoquín y carecen de árboles, critica la arquitecta Liliana Carbonell.
El Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) advirtió estos días que los niveles de radiación ultravioleta (UV) se situarán en niveles “moderado” y “extremadamente altos” en el país. Se recomienda a la ciudadanía utilizar protección extra en las horas de mayor riesgo.
Fuente: Expreso