Hongo negro o mucormicosis, una infección que ya se había detectado antes del COVID-19 en el país

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En los últimos días el aumento de casos de mucormicosis, conocido comúnmente como “hongo negro”, ha puesto en alerta a varios países. India ha sido uno de los más afectados al enfrentar una gran segunda ola de contagios de COVID-19, que ocasionó el desborde de la capacidad hospitalaria.

Uruguay y Chile han sido los países de Sudamérica que también han registrado casos de esta enfermedad. Hasta este miércoles, Ecuador no había notificado la aparición de un caso derivado del COVID-19.

La mucormicosis es una extraña infección micótica que afecta los senos paranasales, el cerebro o los pulmones, por lo general, en personas que tienen un sistema inmunológico debilitado. Esta se transmite a través de diferentes tipos de hongos, en el suelo, en el aire y suele encontrarse en alimentos en descomposición.

Las personas con VIH, con desnutrición o cáncer, entre otros factores, tienen mayores probabilidades de morir a causa de este “hongo negro”. Según los médicos, su mortalidad general es de un 50%.

Los médicos aseguran que existe una relación con los esteroides que se usan para tratar la enfermedad. Y se sabe que los diabéticos tienen un mayor riesgo de sufrir de mucormicosis.

En Ecuador ya se habían reportado casos de hongo negro antes de la aparición del COVID-19 y estos fueron documentados en publicaciones científicas. Una de las primeras fue el reporte realizado por Jimmy Siguencia, Dasha Huertas, Sonia López y Óscar Delgado sobre el caso de una mujer que en el 2001 había ingresado en el hospital Abel Gilbert Pontón y se logró diagnosticar la infección.

En diálogo con Diario EL UNIVERSO, Siguencia explicó que ese caso se dio cuando fue jefe de Cuidados Intermedios en el Hospital Guayaquil. Se trató de una paciente que tenía diabetes con problemas de defensas bajas y un desarrollo del cuadro a nivel facial, especialmente los ojos. A la mujer se le dieron antifúngicos y se pudo recuperar.

El especialista en gastroenterología señala que el hongo que ocasiona esta infección puede proliferar en los senos paranasales, produciendo una sinusitis, y al no tratarse puede complicar hasta el punto de ocasionar una meningitis o hasta la extirpación del ojo, si se extiende.

“Se estaba abusando mucho de los corticoides, que son medicamentos que se los utiliza en enfermedades inmunológicas. Se los está utilizando en COVID-19, pero bajo ciertas características, es decir, no a todo el mundo. Yo veo que a veces existe una prescripción muy exagerada de corticoides: le dan dosis altísimas, cuando los corticoides lo que tiene que ver para COVID-19 son a dosis bajas… Al paciente le baja las defensas, y si tiene otra enfermedad como una diabetes, una inmunosupresión, es potencialmente presa fácil para la instalación de hongos”, afirmó.

Añadió que es difícil que este hongo se desarrolle en pacientes con un sistema inmunológico fortalecido, ya que las defensas del cuerpo lo van a eliminar. Llamó a tener atención a una persona vulnerable en sus defensas cuando “comienza con problemas de sinusitis, que no mejora, que se empieza a afectar el ojo, que no está viendo bien; entonces, allí ya debe estar sospechando de la presencia del hongo”.

El otro caso del que se tiene registro fue de uno publicado en abril del 2020 sobre la mucormicosis rinocerebral en un paciente pediátrico. Esto fue registrado por Andrea Pesántez, Marco Cedillo, René Díaz y Fernando Sandoval.

El caso fue atendido en el 2019 en el hospital Baca Ortiz y se trató de un niño de cuatro años con antecedente de leucemia linfoblástica aguda B. El menor presentaba celulitis facial, exorbitismo, disminución de reflejo pupilar, parálisis de pares craneales, una lesión con coloración entre blanquecina y negruzca, entre otras características. Pese al tratamiento, el paciente falleció por un paro cardiorrespiratorio.

“El diagnóstico temprano puede ayudar para la supervivencia del paciente. En general, la literatura presenta un tiempo medio de 0 a 30 semanas entre los primeros síntomas y el diagnóstico. Dentro de este contexto, la tomografía computarizada y la resonancia magnética son herramientas esenciales al momento de determinar la extensión de la enfermedad”, dice parte de las discusiones del estudio.

Fuente: El Universo