CIUDAD DE MÉXICO — Yalitza Aparicio, la estrella de Roma, de Alfonso Cuarón, estaba sentada en una soleada banca en Parque México, a tan solo unas cuadras del vecindario de esta ciudad que da su nombre a la película. Eligió sostener esta charla en el parque después de meses de acudir a alfombras rojas, sesiones fotográficas y entrevistas en habitaciones de hotel porque dijo que es el lugar que más le recuerda a su hogar: Tlaxiaco, Oaxaca.
Yalitza, de 25 años, acababa de titularse como maestra y estaba viviendo en esa ciudad montañosa de 40.000 habitantes cuando, por capricho, hizo una audición que la llevó al papel protagónico de Roma, el de Cleo, una mujer que trabaja como empleada doméstica en los años setenta. Ahora la aplauden como un modelo a seguir para las mujeres y las personas indígenas en México y los críticos hablan con entusiasmo sobre su actuación.
¿La reconocen mucho estos días? «¡No! ¿Aquí? Pues no», dijo Yalitza. «Bueno, me reconocen cuando andamos así, arregladas; pero en modo natural, no. Yo creo que igual muchas personas no han visto la película, y aparte, siento que realmente somos diferentes en pantalla y en persona».
Hay mucha actividad en el parque: corredores que dan vueltas bajo el follaje de jacarandas y palmeras; paseadores de perros que llevan con correas a diez o más animales; oficinistas que trabajan a distancia en las mesas de las cafeterías. Yalitza Aparicio vino aquí por primera vez durante la filmación de la película, hace dos años.
«Me siento más libre aquí que en un lugar lleno de edificios, en un lugar encerrado. No soy mucho de estar en lugares encerrados», comentó.
En cuestión de minutos, algo más la rodeaba: admiradores. Aparecieron uno por uno. La observaban de lejos y después se acercaban para darle la mano y tomarse selfis con ella. Ella los dio el gusto.
«Felicidades, Yali. La película es increíble, increíble. Yo crecí aquí y el filme me transportó al pasado. Yo tenía niñera… todo eso. Cuando la vi, creo que lloré como cinco veces».
«Eres tú, ¿verdad? ¿Puedes tomarnos una foto? No estoy arreglada. Si puedes, de lejos mejor. Felicidades. ¡Que tengas mucho éxito en el futuro!».
En México, Roma es más que el proyecto personal de un director célebre. Ha desatado una conversación nacional acerca de la desigualdad, el trato que se da a los empleados domésticos y sobre quién es bienvenido en la alfombra roja en un país donde las mujeres indígenas rara vez aparecen en las revistas, y mucho menos en las entregas de premios hollywoodenses.
En diciembre, Yalitza fue la figura de portada de Vogue México, la primera mujer de ascendencia indígena en los veinte años de historia de la revista. Ella no se conforma con ser la excepción; quiere usar su nuevo poder como celebridad para crear un futuro más inclusivo en su país.
«Lo que quieren pueden hacer, sin importar qué gustos tengan, qué aspecto tengan», dijo sobre los mexicanos.
Incluso antes de que la película estuviera disponible en Netflix, en diciembre, había señales de cambio: ese mes la Suprema Corte de Justicia en México dictaminó que las más de dos millones de personas que hacen trabajo doméstico –la gran mayoría de ellas mujeres– deben tener acceso al sistema de seguridad social del país. El nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha prometido enfocarse en aliviar la opresión y la pobreza que sufren los indígenas.
Aunque Cuarón no se propuso crear un filme político, le agrada el resultado. Durante el estreno en salas de la película en la Cineteca Nacional, en Ciudad de México, recibió en el escenario a Marcelina Bautista, defensora de los derechos de las y los trabajadores domésticos. «Libo somos todas las trabajadoras del hogar en México», dijo Bautista, en referencia a Liboria Rodríguez, la mujer en quien está basado el personaje de Cleo. «México le debe mucho a las mujeres. Ya basta de violencia y de abuso de poder sobre las mujeres», añadió Bautista.
Aunque Yalitza Aparicio ha sido elogiada, también se ha vuelto el blanco de ataques racistas en internet. Dice que en un inicio le causó molestia, pero que ahora se ha enfocado en toda la gente que la considera un ejemplo a seguir e incluso le envía arte inspirado en ella. «Yo no soy el rostro de México», dijo; el país tiene muchas caras, agregó.
La editora jefe de Vogue México y Vogue Latinoamérica, Karla Martínez de Salas, fue testigo de las reacciones racistas y clasistas a unas fotografías de Yalitza en otra revista, Vanity Fair, y le preocupó que la portada de Vogue México fuera a ser recibida con respuestas similares. En cambio, dijo, tuvieron la mejor respuesta en redes en la historia de esa revista.
En el parque, Aparicio se sentó de cara al sol. Nancy García García, su mejor amiga en la vida real y también de su personaje en Roma (interpreta a Adela, quien trabaja como cocinera), le ha dicho que últimamente se ve cansada. Yalitza se siente cansada. En agosto, voló a Venecia para el estreno de Roma, donde vio la película por primera vez. Intentó contener sus emociones, pero a la media hora empezó a llorar y continuó así hasta que salieron los créditos. Ha vivido un torbellino desde entonces, con viajes a Londres, San Francisco, Nueva York, Toronto, Los Ángeles y más.
Aunque en realidad el viaje comenzó dos años antes. El director de un centro cultural de Tlaxiaco había invitado a Edith, la hermana mayor de Yatliza, a un misterioso proceso de audiciones que resultó ser para el retrato en la pantalla grande de Cleo y el México de los años 70. Elegir a la protagonista fue un proceso que tomó meses e involucró ver las cintas de audición de más de 3.000 mujeres, ninguna de las cuales fue del gusto de Cuarón para el papel. Edith Aparicio, que estaba embarazada, vaciló e instó a Yalitza a hacer la audición en su lugar para que después le contara todo al respecto.
Cuarón se reunió con ella cuando pasó a la segunda ronda de audiciones. «Estaba comenzando a ponerme nervioso, hasta que de pronto Yalitza entró a la oficina y sentí su presencia, algo tímida pero muy abierta», recordó Cuarón, en entrevista por teléfono. Había estado buscando a alguien con la sensibilidad de Libo, una manera empática de comunicarse con los demás.
«Es la manera en que se acerca a la gente, cómo está en un lugar y quiere asegurarse de que la gente, sobre todo los vulnerables, estén bien», comentó el cineasta. No obstante, cuando le dijo a Yalitza que quería que fuera la protagonista del filme, ella le dijo que no estaba segura. Acababa de titularse como profesora y tendría que hablar con su familia.
Poco después, Aparicio devolvió el llamado. Tenía algo de tiempo antes de la temporada de postulación para una plaza de profesor. «Me dijo: ‘Pues, creo que sí puedo'», recordó Cuarón. «No tengo nada mejor que hacer».
Como preparación para el rodaje, Cuarón les pidió a Yalitza y a Nancy García que improvisaran escenas juntas. Le sorprendió lo rápido con que comenzaron a interpretar a Cleo y Adela, en vez de que pareciera que seguían sin actuar y solo conversaban sobre alguna de sus clases en la escuela normal. «A la que vemos en la película no es a Yalitza, sino a Cleo», dijo Cuarón. «Ella creó ese personaje, ¿sabes? Y lo hizo de manera muy detallada».
A los actores no les dieron guion ni detalles sobre el arco narrativo. Aparicio se inspiró en el complejo mundo del set de rodaje, basado en los recuerdos de la infancia de Cuarón, y en su propia visión del personaje, basada en parte en las experiencias de su madre como empleada doméstica. Yalitza se comprometió tanto con su papel que en los momentos en los que su personaje padece tragedias ella lo interpreta con un realismo atroz. Hay un momento en que Cleo recibe una mala noticia de los médicos y la misma Yalitza no les creyó en un principio.
En el plató, Cuarón creó una realidad para que Yalitza la habitara. Ahora la mexicana espera crear una nueva realidad en su país y mostrarles a las mujeres indígenas que pueden llegar hasta lo más alto en cualquier campo. Es una aspiración que enfrenta obstáculos significativos: más del 70 por ciento de la población indígena en México vive en la pobreza, y es gravísima la discriminación en las contrataciones, la educación o el sistema judicial.
Si por azares del destino, Yalitza Aparicio recibiera una nominación al Oscar –ya ha cosechado un puñado de premios pero en los Globos de Oro no la consideraron– para ella significaría «estar rompiendo estos estereotipos de que porque seamos indígenas no podemos hacer ciertas cosas, o porque no tengamos un color de piel claro».
«Tantas cosas que se van a romper por el hecho de llegar a una nominación; al mismo tiempo les está abriendo la puerta a ellos, a todos, y está creciendo esta ilusión de que se pueden hacer las cosas ya», agregó.
Yalitza no está segura de si seguirá actuando. Como profesora reconoce que el cine puede transmitir mensajes poderosos. Moldear la mente y el corazón de los niños es mucho más fácil que cambiar las creencias arraigadas de los adultos, dijo, pero le ha sorprendido que Roma está logrando precisamente eso.
«Creo que igual no es tan diferente de lo que yo quería» hacer, dijo. «Igual me di cuenta que en el cine puedes educar a todas las personas de cualquier edad, y de una forma más masiva».
Fuente: Infobae
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