Hallan las huellas más antiguas de la Tierra, con 2.100 millones de años de edad

Hasta ahora, los rastros de movimiento más antiguos que se conocían «solo» tenían una edad de 570 millones de años

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Un equipo internacional de investigadores, coordinados por Abderrazak El Albani, del CNRS y la universidad francesa de Poitiers, ha conseguido descubrir las huellas más antiguas que se conocen de un ser vivo en movimiento.

Los rastros más antiguos encontrados hasta ahora tenían una edad de 570 millones de años, pero este hallazgo nos lleva mucho más atrás en el tiempo, hasta hace cerca de 2.100 millones de años. Los rastros fueron descubiertos en un depósito fósil en Gabón, en el África Central, donde ya se habían encontrado organismos multicelulares de enorme antigüedad. Los resultados de la investigación aparecen en la última edición de la revista PNAS (Proceedings of the National Academy os Sciences).

Hace ya unos años, Abderrazak El Albani y su equipo ya descubrieron en Gabón los fósiles más antiguos conocidos de organismos multicelulares (los compuestos por múltiples células y no solo por una). Ubicado en la cuenca de Franceville (una de las cuatro mayores ciudades del país), el yacimiento permitió entonces a los investigadores situar la primera vida compleja de nuestro planeta hace 2.100 millones de años, mucho antes de los 600 millones de años que se pensaba hasta entonces.

Los primeros seres que se movieron

En aquella ocasión, los científicos ya demostraron que una rica biodiversidad coexistía con un pico en la deoxigenación de la atmósfera, y que se desarrollaba en un entorno marino tranquilo y poco profundo.

Pequeños tubos hallados en el interior de rocas
Pequeños tubos hallados en el interior de rocas – A. El Albani & A. Mazurier / IC2MP / CNRS – Université de Poitiers

Y ha sido en ese mismo depósito geológico donde los investigadores han descubierto ahora las huellas fosilizadas de los primeros seres vivos en movimiento. Lo cual demuestra que ciertos organismos multicelulares de ese primitivo ecosistema marino eran ya lo bastante sofisticados como para moverse a través del lodo en que vivían, rico en nutrientes y materia orgánica.

Estas primitivas huellas fueron anallizadas y reconstruidas en 3D utilizando microtomografías computerizadas de rayos X, una técnica de imagen no destructiva y que permiter apreciar, en tres dimensiones, incluso los detalles más insignificantes. Las estructuras son sinuosas y más o menos tubulares, de apenas unos pocos milímetros de diámetro, y atraviesan varias capas muy finas de roca sedimentaria. Los análisis geométricos y químicos revelan que son de origen biológico y que aparecieron al mismo tiempo que se depositó el sedimento.

Las huellas, además, se encuentran justo al lado de biopelículas microbianas fosilizadas, que en aquellos tiempos lejanos formaron auténticas «alfombras» entre las capas sedimentarias superficiales. Los investigadores consideran más que plausible que estos organismosse movían en busca de los elementos nutritivos fabricados por las cianobacterias.

¿Pero qué aspecto pudieron tener estos orgnismos vivientes? Aunque es difícil saberlo con seguridad, El Albani y su equipo creen que pudieron parecerse a las amebas que forman colonias, que se agrupan cuando los recursos escasean para formar una especie de babosas que se mueven en busca de entornos más favorables.

Hasta ahora, las huellas más antiguas de movimiento databan de hace 570 millones de años. Pero las evidencias de movilidad halladas en una roca que tiene 2.100 millones de años plantea nuevas preguntas con respecto a la historia de la vida: ¿Fue esta innovación biológica el preludio de formas más perfeccionadas de movimiento, o un simple experimento de la Naturaleza, interrumpido bruscamente por la drástica caída de las tasas de oxígeno atmosférico que tuvo lugar en la misma época?

La respuesta necesita, por supuesto, de más investigación, y requiere el hallazgo de más huellas correspondientes a ese periodo. Algo, a todas luces, realmente difícil de encontrar…