Tranvía: seis años en luz roja

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La proforma presupuestaria del Municipio para el 2020 da luces de lo que ocurrirá el próximo año con el tranvía, el proyecto más costoso de Cuenca que nació con la promesa de transformar la ciudad, pero que seis años después de iniciadas las obras civiles no logra ser una realidad.

Fue en diciembre del 2013 cuando los obreros colocaron las primeras vallas en cuatro frentes de la ruta tranviaria. En ese momento, las autoridades municipales ofrecieron que las molestias por la intervención solo “durarán lo necesario”.

Lo que vino después ha marcado la vida de la ciudad: calles abiertas por largas temporadas, frentistas afectados, la movilidad declarada en emergencia y una serie de fechas tentativas para el funcionamiento del nuevo sistema de transporte.

Cuenca iba a ser la primera ciudad latinoamericana en disponer de una línea de tranvía de este tipo. Se le adelantó Medellín. La ciudad colombiana tiene una línea de cuatro kilómetros, inaugurada en el 2016 -un año después de la fecha en la que debía estar listo el tranvía de Cuenca- y que costó aproximadamente 230 millones de dólares, el mismo valor en el que se habían presupuestado las obras en esta ciudad.

Después de tres prórrogas y cinco años, las obras del tranvía concluyeron el 1 de noviembre del 2018. El sistema debía empezar a funcionar en marzo del 2019, pero el tiempo no le alcanzó a la administración de Marcelo Cabrera. En mayo, Pedro Palacios se convirtió en el tercer alcalde que asume el reto de sacar adelante el sistema de movilidad.

La primera decisión de Palacios respecto al tranvía fue no apresurar las cosas, a diferencia del ritmo que llevaba su antecesor en los últimos meses. Desde abril, las unidades no han vuelto salir del patio taller, como ocurría desde mayo del año pasado cuando iniciaron las pruebas operativas.

Pendientes

“Desde el primer día hemos trabajado fuertemente en un cronograma que se levantó con 630 actividades”, asegura el alcalde Palacios, quien admite que algunas de esas actividades se demoraron más de lo previsto, una de las más importantes, la definición de la tarifa. Esa tarea puede resolverse en enero, ofrece.

Las autoridades aún no dan a conocer el costo del pasaje por el que se apostará para arrancar la operación comercial del tranvía. Lo que sí es certero es que debe existir una compensación por parte de la Municipalidad para que el sistema sea accesible a la ciudadanía.

“Sabemos que debe haber un subsidio, pero también tenemos claro que si logramos controlar las variables más sensibles, en nuestras proyecciones, en un cuarto o quinto año, básicamente los valores del subsidio serían bastantes marginales”, asegura el alcalde.

Otro aspecto de gran importancia para el funcionamiento del tranvía es la integración del sistema, que está trabada por la negociación con los transportistas urbanos. Para que el tranvía se convierta en la promesa que hizo el exalcalde Paúl Granda: “la columna vertebral de un sistema de transporte moderno y eficiente”, debe estar integrado a todas las demás formas de movilización.

Palacios admite que es fundamental, pero no condiciona el funcionamiento del tranvía a ese aspecto: “Hay que ver la metodología (de la integración), se está trabajando en los diferentes escenarios para ver cuál es el más adecuado. Lo óptimo es la integración, sin embargo, no significa que sin eso no podemos salir”.

La fecha para el funcionamiento del tranvía sigue siendo una incógnita. Pero el Municipio ya tiene un plan para su operación. En el primer debate del presupuesto municipal para el 2020, la directora del proyecto, Carolina Ormaza, expuso que se prevé que el tranvía opere por al menos seis meses y que en ese tiempo se movilicen 7,5 millones de pasajeros.

El objetivo es que el tranvía genere ingresos por 2.862.000 dólares en el 2020, provenientes de los pasajes y del alquiler de las unidades para espacios publicitarios.

Aunque no precisó la tarifa con la que se calcularon los ingresos, Ormaza explicó cómo se hicieron las estimaciones: “Se ha hecho varias estimaciones de demanda diarias y anuales, lo que se ha hecho es trabajar con una fracción, no considerar el año completo para el 2020, sería como mínimo un medio año”.

La Unidad Ejecutora del Tranvía tiene un presupuesto de 18 millones de dólares para el 2020. El mantenimiento del sistema representa un 53,3 % de los costos operacionales previstos para el próximo año.

Presupuesto

Para el mantenimiento está pendiente la contratación de una empresa experta en la materia. Si bien la primera opción para ese servicio era Alstom, el Municipio analiza ahora otras opciones. La operación no podrá iniciar sin esa contratación.

Para la operación del tranvía es posible la contratación de una empresa debido a que Ecuador no tiene experiencia en ese tema, pero no es obligatorio.

Al Proyecto Tranvía aún le quedan por resolver dos asuntos legales: la demanda del Consorcio Cuatro Ríos de Cuenca por la terminación unilateral del contrato y la recepción definitiva de las obras ejecutadas por CITA.

Cinco contratos en seis años

El 12 de abril del 2013, Paúl Granda firmó el primer contrato del tranvía, fue con el consorcio francés Artelia, por unos 8,2 millones de dólares, para la gerencia y fiscalización. Tres meses después, el 8 de julio, firmó los contratos para la provisión, instalación y puesta en servicio del proyecto, con la empresa CITA por 90 millones de euros (aproximadamente 142,6 millones de dólares) y con el Consorcio Cuatro Ríos de Cuenca para la construcción del patio taller, preparación de la plataforma viaria e implementación de los sistemas tecnológicos, por 69.251.480 dólares.

En el 2017, el Municipio firmó el contrato con ACTN para continuar las obras civiles que abandonó el Consorcio Cuatro Ríos por 48.132.448 dólares. El año pasado se firmó un contrato con Metro Tenerife para el acompañamiento en la preoperación del tranvía, por 3.495.878 dólares.

Dos paralizaciones afectaron a frentistas

Las obras del tranvía se paralizaron en dos ocasiones. En mayo de 2014, cuando el alcalde Marcelo Cabrera asumió el cargo, anunció una paralización de 15 días para analizar el proyecto. Esas dos semanas terminaron extendiéndose por casi un año. Ese año, una misión de la UNESCO visitó la ciudad en agosto y luego emitió un informe que validaba la obra. Al exalcalde Cabrera no le quedó más que seguir, las obras en el Centro Histórico se retomaron en marzo del 2015.

En agosto del 2016, el CCRC abandonó las obras, cinco meses después el Municipio terminó de forma unilateral el contrato. Eso significó una paralización de 11 meses más.

Esos retrasos en el cronograma afectaron seriamente a los frentistas de la ruta tranviaria, quienes aún intentan recuperarse.

Fuente: El Mercurio