Trabajar en época de pandemia es un acto de fe

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No paran. Hay cuarentena y el Gobierno recomienda quedarse en casa. Ellos siguen en las calles trabajando. Sienten miedo, lo confiesan, pero se aferran a Dios, a la fe que le tienen y siguen trabajando. No tienen opción, deben cuidar el empleo y, para algunos, es satisfactorio.

Alba Molina lleva 30 años trabajando en el Ministerio de Inclusión Económica y Social, MIES. Le tocó servir durante el desastre de La Josefina, en 1993; luego asistió a los más necesitados cuando fue el terremoto, en 2016; y ahora le toca la pandemia.

Sale a diario desde las 07:00 hasta pasadas las 22:00 a llevar cartones con comida a los sitios más vulnerables de Cuenca y parroquias rurales. No duda en admitir que siente temor, pero ella cumple con todas las medidas de seguridad para evitar contagiarse con el covid-19.

Usa un overol de plástico blanco, desechable, una mascarilla N95, gafas grandes y guantes de látex. Se cuida porque en casa la esperan sus hijos y quiere estar sana para ellos. De todas las experiencias que ha vivido asegura que esta es la más difícil porque debe evitar la cercanía con los demás.

Ella es parte del equipo de 30 personas que le dan vida al proyecto: ‘Dar la mano, sin dar la mano’, agrega Ruth Caldas, coordinadora zonal del MIES, y quien reconoce en los colaboradores a personas que no dudan en arriesgarse por velar por el bienestar de los más necesitados.

“Me podría acoger al teletrabajo, pero me gusta acercarme a la gente, ayudarles”, dice Molina con la voz entrecortada y Caldas le acompaña en estos recorridos, entre las dos hacen llegar comida y medicinas.

El personal de mantenimiento, mecánicos, conductores y obreros de la Empresa Pública Municipal de Cuenca, EMAC, también están a diario en las calles. Se trata de unas 500 personas que se encargan de barrer las calles, recolectar la basura, mantenimiento mecánico y conductores de vehículos.

“Es un servicio básico que es necesario mantener. Se acordó limpiar las principales avenidas de la ciudad y recolectar la basura sin interrupción. Está suspendido el mantenimiento en las orillas de los ríos y parques”, puntualizó Dora Ordóñez, gerente la EMAC.

Acotó que sí hay empleados que hacen teletrabajo, los del área administrativa y quienes prefieren enviar a cuarentena porque se trata de personas de la tercera edad o con enfermedades preexistentes. “Está trabajando un 90 por ciento del personal”, calculó Ordóñez.

Cristian Vásquez es chofer operario, maneja el camión recolector tres de la empresa Gabere que es contratista de la EMAC y a diario se encarga de recolectar los desechos de clínicas y hospitales.

Desde el pasado 17 de marzo le asignaron recoger solo los desechos de los hospitales que tienen paciente con coronavirus. Va al Hospital Vicente Corral Moscoso, al hospital del Seguro Social, al Monte Sinaí y a la clínica Santa Ana.

Mientras que los martes y viernes pasa por las viviendas donde hay personas aisladas por el virus. “Llevamos los desechos a la plante de Pichacay para que les esterilicen” y luego los botan, cuenta Vásquez.

Hace nueve meses empezó con este trabajo y no sentía miedo. Ahora con el covid-19 sí teme contagiarse pero “me hago el duro en casa”, explica, porque su esposa y sus dos hijas necesitan de su seguridad para seguir adelante. Usa dos overoles, doble guantes, se baña cuando llega a la empresa, y cuando llega a casa.

Por su parte la subgerente de operaciones de Agua Potable, Nanci Abril, asegura que son unas 60 personas las que trabajan a diario para el área rural y urbana. Se encargan de reparar fugas de agua o cualquier detalle emergente. Lo hacen en grupos de trabajo todos los días.

Fuente: El Tiempo