Falta de medicamentos, un problema que persiste en el IESS pese a emergencia

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Con un papel pequeño en la mano, un hombre de 55 años acude a una farmacia diagonal al Hospital Carlos Andrade Marín en busca de dos medicamentos: uno es para el vómito y el otro para calmar el dolor en el pecho que tiene su hijo.

El joven de 18 años fue ingresado a la casa de salud de Quito el sábado 3 de septiembre. Llegó con su padre desde Santo Domingo tras ser diagnosticado con leucemia.

En la farmacia que acudió no había esos medicamentos y se dirigió a otra que está más abajo del hospital. Ahí sí los consiguió. «No gasté mucho», dice.

En medio de la preocupación, el cansancio y de las malas noches que ha pasado en el hospital, el padre luce tranquilo. Está resignado a empezar un largo camino de quimioterapias junto con su hijo.

Pero antes de llegar a ese punto deben hacerle más exámenes y otros procesos que el hombre no recuerda.

Luego de que retornó al hospital pasó casi una hora y nuevamente salió en busca de otro medicamento.

Llevaba otro papel, esta vez tenía que comprar un purgante. Esa ha sido su rutina desde el sábado que llegó a Quito. No detalla cuanto ha gastado, solo menciona que ‘no fue mucho’.

Más bien siente un poco alivio porque su hijo pudo ser trasladado a la casa de salud. La doctora que lo vio en Santo Domingo le dijo que necesitaba ser hospitalizado de urgencia.

Otro paciente de 70 años, que prefirió no dar su nombre, también llegó ese día al hospital. Tenía una cita con el oftalmólogo. El paciente comenta que hay meses que no le dan la medicación completa por lo que tiene que comprar.

De su pensión destina al menos USD 75 para adquirir Tiof plus y dorzolamida que los usa para tratar el glaucoma. El hombre además tiene diabetes e hipertensión y señala que desde marzo no recibe la totalidad de los fármacos.

«No queda otra que comprar uno mismo, sino la salud empeora», sostiene.

Una situación similar vive otro afiliado. El paciente de 65 años comenta que hace dos meses le operaron por un cálculo renal. Recuerda que a su esposa le tocó comprar un catéter que le pidieron.

El hombre comenta que es preocupante la situación que vive el IESS porque los afiliados no reciben los fármacos y también por la falta de insumos.

En su caso, durante dos meses tampoco recibió el losartán de 50 mg para la presión. Si bien dice que el precio no es elevado y lo puede comprar con su dinero, le llama la atención que un medicamento tan básico no lo puedan entregar.

Víctor, de 66 años, también destina parte de lo que recibe de jubilación para comprar los fármacos que necesita para tratar una enfermedad coronaria.

El hombre sufrió dos infartos: uno en 2015 y otro en 2016 y tiene colocado dos stent, que son pequeños tubos de malla de metal que se expanden dentro de una arteria del corazón.

A diario, Víctor toma cuatro pastillas: enalapril, antiplac, atenolol y simvastatina. «Si me falta una hasta ahí llegue».

Al igual que los otros dos afiliados, a Víctor tampoco le dan toda medicina. De las cuatro pastillas recibe dos y la otra mitad debe comprar. Gasta un promedio de USD 40 mensuales.

El hombre dice que afortunadamente los fármacos no son caros y si no le entregan su única opción es adquirirlas por su cuenta.

El problema no es nuevo y al menos hace un año que a él mismo le toca comprar las pastillas. Antes, recuerda, recibía la medicación para los tres meses en donde tenía un nuevo control.

El 14 de septiembre termina la emergencia que fue declarada en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) el 14 de julio de 2022.

De esa forma, la institución se acogió a lo dispuesto por el presidente Guillermo Lasso el 17 de junio.

El objetivo de la medida era agilizar la compra de medicamentos y de dispositivos médicos para superar la escasez que hay en los hospitales del IESS.

Durante el VIII Gabinete Sectorial de Salud que se realizó el 2 de septiembre, en Santo Domingo de los Tsáchilas, Alfredo Ortega, presidente del Consejo Directivo del IESS, señaló que hasta finales de septiembre se espera tener un abastecimiento del 62% y hasta diciembre el 88%.

Fuente: El Comercio