Noboa asumió que el país entendía muchas de las cosas que dijo a su contrincante. Las mencionó sin precisar nombres, como cuando habló de corrupción y de impunidad. Tampoco dio datos cuando habló, por ejemplo, de la pérdida de dinero en la reconstrucción de Manabí y Esmeraldas. En un par de ocasiones era evidente que hablaba del gobierno de Rafael Correa, pero no lo dijo.
Tampoco especificó a qué se refería cuando habló del costo de una hora de vuelo del avión presidencial. Pero aludía directamente a Luisa González, que fue investigada por la contraloría por USD 800 mil, por mal uso del avión presidencial.
A Rafael Correa solo lo nombró en la quinta ocasión en que topó el tema de la tabla de tenencia de drogas, que fue su leitmotiv en el debate. Es obvio que Noboa fue a mostrar hasta qué punto esa decisión es la causa, a sus ojos, de la escalada del microtráfico en el país.
Estrategia sin contundencia
Evitar la confrontación y algunas imprecisiones dieron por resultado una estrategia sin contundencia, sin sorpresas y sin novedades. Noboa jugó un rol más diplomático que político, como si ya tuviera terciada la banda presidencial.
El exceso de confianza lo mostró hasta el final en su respuesta sobre la invasión rusa en Ucrania. Olvidó que Ecuador ya tiene una posición frente a esa guerra y ha pedido que Rusia finalice con la invasión. Noboa planteó que Ecuador sea el mediador.
Fuente: Ecuavisa
