Los 11 días de paro que volvieron a la realidad al Ecuador

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La crisis de los 11 días tuvo tres actos marcados, y un desenlace que por sus características nunca se resolvió y supuso unos puntos suspensivos que se extienden hasta hora.

El primer acto fue un decreto que acababa con más de 40 años de subsidio a los combustibles. Anteriormente, el Gobierno había terminado el subsidio a la gasolina súper. Cuando llegó el Decreto 883 para terminar con la subvención a la gasolina extra y al diésel, los transportistas, sobre todo en Quito, se opusieron.

Las marchas se iniciaron, con cortes de tránsito en Quito, el 2 de octubre. El anuncio de los dirigentes de la Conaie de llegar a la capital de la República y unirse a la protestas fue clave y, sobre todo, el hecho de que el Ejecutivo no actuara como el Gobierno anterior, cuando no permitía a los indígenas salir de sus comunidades, y aquellos que iniciaban medidas de protesta terminaban encarcelados.

Esta vez llegaron sin ningún contratiempo. Así comenzó el segundo acto: el arribo de los indígenas a Quito. La capital recibió hasta el 13 de octubre a 15 000 comuneros, bajo el mando de los dirigentes Jaime Vargas, de la Conaie, y Leonidas Iza, presidente del Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi.

Esta movilización tuvo un apoyo de las capas más populares de Quito, que contribuyeron con vituallas. Las universidades del hipercentro dieron albergue a los indígenas y estudiantes de medicina atendieron heridos en El Arbolito. La acción policial tuvo varias aristas.

El movimiento indígena y la Defensoría del Pueblo hablaron de represión: 10 muertos, 1 340 heridos (personas perdieron un ojo)y 1 192 aprehensiones. Misiones de la ONU y de la CIDH revisan lo ocurrido con los DD.HH. Por su lado, la ministra de Gobierno, María Paula Romo, aseguró que se investigan dos casos de un posible mal uso de la fuerza policial.

Esta diferencia marca posturas. La Conaie reclama justicia frente a la represión. El Estado se focaliza en los daños a la propiedad privada y pública; las retenciones a policías, militares y civiles, y el presunto intento de desestabilización democrática en las calles de Quito.

El segundo acto se vivió el sábado 12 de octubre cuando Conaie y Gobierno pactaron para finalizar la protesta. Los indígenas se replegaron en las universidades y la Casa de la Cultura, para separarse de grupos violentos que caotizaban Quito. Apenas se supo de la negociación, la Contraloría fue incendiada y los militares ejecutaron un toque de queda total.

Por la tarde, tras un cerco militar, los indígenas se mantuvieron en los llamados centros de paz y grupos atacaron las instalaciones de Teleamazonas y de este Diario. Personas violentas se enfrentaron a la Fuerza Pública y generaron caos en Cumbayá y Tumbaco, en zonas de alta plusvalía.

El domingo 13 el toque de queda continuó. Sin violencia, se dio paso al tercer acto: la negociación. La Conaie y el Gobierno se sentaron en una mesa; todo fue transmitido por televisión. A las 22:03, el presidente Lenín Moreno anunció la derogatoria del Decreto 883 y la instalación de una comisión que elaboraría un nuevo decreto para reemplazarlo. En Twitter, Moreno calificó a la crisis como un “golpe correísta”.

Mientras que Jaime Vargas se desligó de aquello: “Gabriela Rivadeneira, Virgilio Hernández, José Serrano nos declararon terroristas por cerrar las calles al defender nuestros derechos. Ellos son los verdaderos terroristas”. La luna de miel duró poco.

El Gobierno quería firmar un nuevo decreto con la validación de los indígenas, pero eso no sucedió. La negociación se enfrió y los indígenas llamaron a los sectores sociales para crear una serie de exigencias económicas y no solo un nuevo decreto de focalización.

Finalmente, el Gobierno no acogió ninguna de esas propuestas, sino que terminó haciendo un proyecto económico propio que fue aprobado poco antes de que acabara el año en la Asamblea Nacional.

Fuente: Diario EL COMERCIO