Atentos, alertas y vigilantes permanecían ayer desde temprano Segundo y Luis Peñaranda frente a la puerta principal de ingreso a la plataforma de la Feria Libre, de El Arenal, en Cuenca, que se instala cada miércoles.
Este recinto ferial, que está entre los más grandes del país, se reabrió luego de casi tres meses de estar suspendido debido a la emergencia sanitaria por el coronavirus o Covid-19.
Segundo y Luis contaban las horas para que esto ocurra, pues esto les permite regresar a trabajar. Antes de la pandemia junto con otros amigos conformaron la Asociación de Armadores de Casetas y Carretilleros.
Visten una camiseta como uniforme y en la espalda llevan un número, con el se identifican. “Somos los verdes, así nos conocen aquí”, dijo Segundo. La gente aún los llama cargadores.
Comentó que trasladar una carga cuesta 1,50 dólares, y armar una caseta vale normalmente cinco, aunque ahora lo hacen hasta por cuatro y tres inclusive, pues lo importante es ganar algo de dinero.
Al igual que para ellos, la reapertura de la Feria Libre, de El Arenal, también le llena de esperanza a Martha Males, quien viene desde el cantón Otavalo, provincia de Imbabura. Tiene un puesto; vende chompas y blusas tejidas.
Contó que de todas las ferias libres en las que ella labora alrededor del país, esta es la única que se ha reabierto. Esto ayuda en algo a aliviar la crisis que viven como artesanos y productores de prendas de vestir.
Jhony Lozano, del cantón Riobamba, en la provincia de Chimborazo, igualmente tiene un puesto en este lugar. Él en cambio ofrece pantalones y casacas jean. Ahora piensa fabricar mascarillas y protectores para el rostro.
“También vendemos en Ambato y Quito, y allá las ferias siguen cerradas y no se puede trabajar. La mercadería de muchos compañeros quedó guardada y eso ya significa una pérdida…”, mencionó.
Iván Pulgarín, representante de los vendedores, explicó que como una medida de bioseguridad los cerca de 1.700 comerciantes que aquí laboraban hasta antes de la pandemia ahora se dividieron en dos grupos de unos 850 cada uno.
Trabajarán de manera alternada cada semana, lo que permite que entre los locales pueda haber una distancia de cinco metros (m), y asimismo sirve para evitar aglomeraciones, con lo que se busca reducir el riesgo de contagio del virus.
En el ingreso asimismo se toma la temperatura y todos deben pasar por una cámara de desinfección, donde también está disponible alcohol antiséptico para las manos. Todos los vendedores debieron presentar una prueba Covid-19 negativa.
Esta explanada donde además de ropa y calzado, se vende confitería, bisutería, juguetería y algunas artesanías, está señalizada con fechas y puntos blancos para que los visitantes mantengan la distancia social: dos metros (m).
Para Cristian Mendoza, médico y asesor en virología, la aglomeración de personas siempre representa un alto riesgo de contagio de coronavirus, por lo que es necesario extremar las medidas de precaución.
Las principales: uso de mascarilla, gel desinfectante, lavado de manos, toma de temperatura corporal, aplicación de test rápidos de Covid-19 y control para el respeto de las distancias.
“Las autoridades deben estar en máxima alerta, para estar en la capacidad de evaluar y detectar cualquier rebrote y tomar las medidas a tiempo para prevenir muertes y un colapso en el sistema de salud…”, sugirió. (CSM)-(I)
600
mascarillas donó la Prefectura de la provincia de Azuay para que sean repartidas en la Feria Libre, de El Arenal.
20
organizaciones de comerciantes de diferentes partes del país laboran en la Feria Libre, de El Arenal.
850
vendedores como máximo cada miércoles podrán ofertar su productos en la Feria Libre, de El Arenal.
El Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de Cuenca autorizó la reapertura de la Feria Libre, de El Arenal.
Todos los comerciantes que trabajan en la Feria Libre, de El Arenal, deben hacerse una prueba de Covid-19.
Está prohibido el ingreso de menores de edad y personas de la tercera edad a la Feria Libre, de El Arenal.
Fuente: El Mercurio