Cristina esperaba su primer bebé cuando fue desaparecida en Santo Domingo; su cuerpo fue hallado sin vida con signos de tortura el 7 de diciembre

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Cristina Liliana Balcázar contaba los días para conocer a su primer hijo; soñaba con besarlo y ver su rostro. Años atrás, un equipo le diagnosticó un problema en el útero y los especialistas le dijeron que no podría ser madre. Pero no se rindió y, en plena pandemia, se embarazó a sus 37 años. Su familia acompañó el proceso y la vio feliz hasta el 25 de noviembre del 2020. Ese día, cuando cientos de mujeres salieron a las calles a levantar su voz en contra la violencia machista, Cristina fue desaparecida en Santo Domingo de los Tsáchilas.

Su madre, familiares y amigos levantaron una campaña en su búsqueda: viralizaron su rostro en redes sociales, denunciaron su desaparición en Fiscalía y viajaron a diferentes localidades para encontrarla. Tenían esperanza hasta que ayer, pasadas las 17:00, encontraron su cuerpo sin vida con signos de tortura en el kilómetro 7 de la vía Quinindé.

El pedido de su familia es claro: que el caso no quede en la impunidad y que Cristina no sea una estadística más, sino que el país la recuerde por cómo fue en vida Jackeline León, tía de ‘Lily’ -así llamaban a Cristina en su hogar-, dice que fueron 12 días de búsqueda incansable. Aquel día, el 25 de noviembre, recuerda, su sobrina se levantó temprano para ir a una cita médica. Cristina tenía ocho meses de embarazo y, al ser este de alto riesgo, los chequeos debían ser constantes.

«Ella habló con su hermana hasta las 11:00. Le dijo que después de la consulta iría al banco para hacer unas diligencias», relata.  Dos horas después, a las 13:00, intentaron contactar a Cristina a través de mensajes en WhatsApp, pero los textos no llegaron al celular. La madre primeriza, dice Jackeline, siempre avisaba si iba a reunirse con una amiga y en pandemia la comunicación era mucho mayor. Continuaron llamándole, pero el teléfono ya estaba apagado.

La familia de Cristina se alarmó y ese mismo día acudió a Fiscalía para denunciar su desaparición. Jackeline recuerda que esa tarde el personal de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Desapariciones, Extorsión y Secuestros de Personas (Dinased) rastreó el dispositivo y el análisis lo ubicó en Valle Hermoso, una parroquia rural de Santo Domingo. «Ese fue el último registro que tuvimos. Después, cerraron todas sus cuentas, incluida la de WhatsApp. Luego recibimos varias pistas. Por ejemplo, nos dijeron que la vieron caminando, drogada, por El Carmen. También nos llamaron a decir que la vieron en Quinindé. Fuimos a todos los lugares para buscarla, pero no logramos encontrarla», relata.

Las jornadas de búsqueda continuaron hasta ayer, lunes 7 de diciembre del 2020, cuando la madre de ‘Lily’ recibió una llamada. «Le dijeron que habían encontrado un cuerpo en la vía Quinindé y que debía ir para reconocer el cuerpo». Cuando la familia llegó a la zona, confirmó que era Cristina. El hallazgo fue doloroso, porque la huellas de violencia eran visibles y brutales. «El cuerpecito de ella se lo encontró amarrado las manos, boca abajo. De su barriguita salía una soga que atravesaba sus extremidades, incluso parce que intentaron quemarla; su cabello estaba quemado y habían cavado un hueco, quizá la quisieron enterrar, pero la dejaron ahí».

En el hogar de ‘Lily’ se inició una lucha por justicia. La familia pide una investigación profunda. «Queremos que las autoridades detengan al culpable o los culpables. No entendemos por qué tanta saña, tanta violencia. Mi sobrina era una mujer valiente, buena, no tenía problemas con nadie y queremos que se haga justicia. Ella no es un número más», reclama.  Ahora, esperan que se practique una autopsia al cuerpo de Cristina para que se conozca qué fue lo que ocurrió con la madre, que no logró conocer en vida a su bebé.

Después, la velarán en su casa, en Santo Domingo. Cristina, la segunda de tres hermanos, siempre fue una mujer que no se rendía. Jackeline la recuerda como una niña empática, risueña y, sobre todo, cariñosa. Rememora los días de largas conversaciones y las tardes en las que veía cómo su sobrina invitaba a comer a su madre. Y no se limitaba: trabajaba como modelo y generaba gastos extras con la venta de productos.

Jackeline no olvida el día en que Cristina entendió que había logrado su sueño: el de ser madre. «No lo creía, hasta que escuchó los latidos de su bebé en el eco. Estaba tan feliz, le brillaban sus ojos. Desde ese día, se decidió a cuidarse. No salía en cuarentena, hacía todo para cuidar a su hijo», cuenta.  La familia quiere que se recuerda a Cristina como una mujer valiente que luchó por lo que anhelaba y por su sonrisa, que solía llenar los espacios.

El femicidio de Cristina da cuenta de que la violencia de género en Ecuador no cesa; se recrudece en tiempos de covid-19. Organizaciones sociales registran 108 femicidios hasta este 8 de diciembre del 2020 y reclaman la acción del Estado para garantizar la vida de las mujeres en medio de una ‘pandemia en la sombra’, como ha llamada ONU Mujeres a la escala de violencia que crece y arrebata vidas.

Colectivos como Nina Warmi y Luna Creciente denunciaron ayer el femicidio de Rosa Torres, de 51 años, en Ibarra. Ella habría sido asesinada por Byron Ch., su conviviente. Un pequeño niño con discapacidad intelectual quedan en la orfandad. Si usted es víctima de violencia, recuerde que no está sola. Colectivos y redes de mujeres no han pausado sus actividades durante la pandemia y lo hacen desde la autogestión. Por ejemplo, la Red Nacional de Casas de Acogida, que abarca nueve centros Quito, Manabí, Tulcán, Lago agrio, El Coca, Tena, Guayaquil, Cotopaxi y Cuenca, ofrece un nuevo hogar a las sobrevivientes y a sus niños y niñas. Allí ofrecen servicios de salud, acompañamiento psicológico, educación y alimento.

Si necesita contactarse con los centros, puede hacerlo al correo: [email protected]. También puede contactarse al 911 o descargar la App 911 y pulsar la imagen de violencia intrafamiliar. Además, puede contactar a estas organizaciones si necesita ayuda:

-Organización Surkuna: 0999 928 032

-Fundación Casa Refugio Matilde: 0996 697 723/ 0987 796 688/ (02) 2627 591/ (02) 2625 316

-Casa de la Mujer: 0987 684 280

-Warmi Pichincha: 0987 427 448

-Organización Diálogo Diverso: 0999 889 801

-Fundación Nina Warmi: 0998 216 687

-Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer: 0988 382 526/ 0992 685 614 -Resurgir: Fundación Contra la Violencia de Género: 0981 739 497

-Fundación Alas de Colibrí: 0995 952 466.

Fuente: Diario EL COMERCIO