Las protestas en Perú muestran el amplio impacto de la guerra de Putin

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La intensa ola de protestas violentas que vive Perú revela cómo la invasión de Rusia a Ucrania golpea los mercados de todo el mundo, generando disturbios y profundizando las divisiones políticas.

El alza en los precios del combustible desencadenó inicialmente las protestas la semana pasada, pero las manifestaciones se intensificaron rápidamente hasta convertirse en grandes movilizaciones antigubernamentales con marchas y bloqueos de carreteras.

Hasta este miércoles, se reportaron al menos seis personas muertas durante los días de protestas, según las autoridades peruanas. Mientras, los funcionarios pidieron calma y lucharon por contener la situación. Por lo menos nueve carreteras principales del país seguían bajo bloqueos de los manifestantes.

En la noche de este lunes, el presidente Pedro Castillo declaró el estado de emergencia y estableció un toque de queda en la capital. Sin embargo, el mandatario dio marcha atrás y retiró la segunda medida en la tarde del martes, cuando cientos de manifestantes ignoraron la orden y salieron a las calles de Lima para exigir su renuncia.

«El Perú no está pasando por un buen momento», dijo Castillo este martes al salir de una reunión en el Congreso con legisladores. «Pero tenemos que solucionarlo con los poderes del Estado», añadió.

A unas cuadras de allí, policías antidisturbios utilizaron gases lacrimógenos para disipar las protestas y los manifestantes lanzaron piedras. Al menos 11 personas resultaron heridas en los enfrentamientos.

El malestar político no es algo nuevo en Perú. Durante los últimos cinco años, el país ha tenido cinco presidentes, de los cuales dos fueron destituidos y retirados del cargo en medio de protestas. De hecho, el propio Castillo ya enfrentó, y sobrevivió, dos votos de juicio político desde que asumió el cargo en julio.

El año pasado, Castillo ganó la presidencia con un margen mínimo y se ha enfrentado a un Congreso en manos de la oposición. Lo que limita su capital político y su capacidad de operación.

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Agentes de policía en Lima se ubican frente a una estructura de vendedores ambulantes en llamas durante una manifestación contra el presidente Pedro Castillo. Las protestas comenzaron por el aumento de los precios del combustible y los fertilizantes, a raíz de la guerra de Rusia en Ucrania, pero su alcance se ha ampliado.

Aunque si bien Perú ha sido un terreno fértil para las protestas en los últimos años, esta crisis se desencadenó como consecuencia directa de la guerra en Ucrania.

Las amplias consecuencias de la guerra de Putin

La invasión de Rusia a Ucrania, y la consiguiente decisión de los líderes mundiales de aislar a Moscú de los mercados petroleros del mundo, llevó a que el precio del petróleo se disparara.

Y, en el caso Perú, el impacto ha sido especialmente grave.

A diferencia de otros países de la región, como Argentina o Venezuela, Perú importa la mayor parte de su petróleo. Eso lo dejó más expuesto al aumento reciente que golpeó la economía justo cuando se recuperaba del impacto de la pandemia y los confinamientos por covid-19.

Como resultado, la inflación de Perú en marzo fue la más alta en 26 años, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática del país. El segmento más expuesto fue el de alimentos y combustibles, con precios que subieron un 9,54% desde el año pasado, informó el Banco Central de Perú.

Con el rápido incremento de los precios, no pasó mucho tiempo antes de que las protestas comenzaran a extenderse por todo el país. Y el 28 de marzo, un grupo de trabajadores del transporte y del sindicato de camioneros convocó a un paro general para exigir que la gasolina fuera más barata.

En los últimos días, otras organizaciones y grupos se sumaron a las protestas. Como consecuencia de los bloqueos de carreteras y piquetes, algunas regiones cerraron escuelas y recurrieron a la enseñanza en línea como alternativa.

Antes de asumir la presidencia, Castillo fue dirigente sindical y maestro en una pequeña escuela de la zona rural de Cajamarca, que exigía mejores salarios y condiciones laborales.

Ahora, a sus principales electores, la clase trabajadora urbana en los suburbios de Lima y los agricultores rurales de todo el país, los afecta la espiral inflacionaria, pues deben pagar precios más altos por sus alimentos y por el transporte.

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Manifestantes protestan contra el gobierno del presidente de Prú, Pedro Castillo, en Lima el martes.

Esto erosiona aún más su apoyo político. Según el Instituto de Estudios Peruanos, un centro independiente en Lima, la popularidad del presidente está en su punto más bajo desde que asumió el cargo, con menos de uno de cada cuatro peruanos que apoyan sus acciones.

Es difícil predecir cómo evolucionará la situación. Incluso antes de emitir el toque de queda, Castillo ya había hecho algunas concesiones a los manifestantes, al reducir los impuestos al combustible y aumentar el salario mínimo a 1.025 soles, aproximadamente US$ 280, este domingo. Pero eso tampoco logró calmar las protestas en las calles.

Después de que su orden de toque de queda fracasó, el presidente parece estar quedándose sin opciones. Justamente, Perú no tiene la capacidad de controlar el precio internacional del petróleo. A medida que el conflicto en Ucrania continúa, se prevé que se extienda el actual clima inflacionario.

Cualquier subsidio adicional para bajar los precios del combustible aumentaría las deudas de Perú y afectaría aún más sus maltrechas finanzas.

Sin embargo, la situación de Perú está lejos de ser única y Castillo no está solo.

Otros líderes enfrentan las mismas decisiones difíciles sobre cómo manejar la inflación creciente, mientras intentan ordenar sus finanzas después del caos causado por el covid-19.

A medida que la crisis se profundiza, Perú podría encontrarse buscando respuestas en otros países.

Fuente: CNN