Avioneta se estrelló a menos de un kilómetro de la pista del aeropuerto de Guayaquil

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Pedazos de metal en el piso, postes destrozados y cables de tensión a medio caer dejó el siniestro de una avioneta que se estrelló la tarde de este martes 18 de octubre en el norte de Guayaquil.

En un pequeño espacio entre una vivienda y un parque estaba una parte del fuselaje de la nave. Los hierros retorcidos y chamuscados habían sido cubiertos por plásticos de colores para ocultar los cuerpos de las dos víctimas fatales que dejó este siniestro.

Los dos habrían sido ocupantes de la nave que despegó de Manta y que tenía como destino final Guayaquil. Sin embargo, la avioneta marca Cessna modelo 206 se estrelló a menos de un kilómetro de la pista del aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil.

Las autoridades hablan de una tercera víctima, que fue evacuada con vida a un centro de salud de la ciudad.

Los restos de la nave quedaron esparcidos en una calle que divide a Sauces 1 y la cuarta etapa de la Alborada. La zona está densamente poblada y tiene un fuerte movimiento comercial.

Los vecinos relatan que estaban descansando, cuando escucharon un fuerte sonido. Al estruendo le siguió un apagón. Un fuerte olor a humo y combustible inundó el lugar.

Adriana Pérez cuenta que salió corriendo, pues pensó que se trataba de un terremoto. Fuera de su casa solamente vio llamas que provenían del parque del barrio.

Poco después del siniestro se escucharon las sirenas de vehículos de rescate. Unos 100 bomberos acudieron al lugar y apagaron las llamas utilizando espuma.

Byron Guzmán se enteró del siniestro y fue a buscar a su pariente que vive en el lugar. «Pensé lo peor», señaló y dijo que se tranquilizó al ver a su primo, que vive a tres casas de donde cayó la avioneta, sano y salvo.

La alcaldesa Cynthia Viteri dijo que estaba a dos cuadras del lugar y vio a la aeronave caer del cielo en una especie de clavado.

Para ella, el piloto se vio perdido y buscó minimizar el daño. «Es un héroe», señaló.

Los vecinos coinciden con la apreciación de la alcaldesa. No encuentran otra explicación para comprender cómo hizo para dirigir a la pequeña aeronave a un parque en medio de una zona llena de casas y edificios multifamiliares de cuatro pisos.

Técnicos de la Dirección General de Aviación Civil inspeccionan la zona del siniestro. Junto a ellos, personal de la Policía Nacional también buscaba indicios del accidente.

Los técnicos de la aviación señalaron que era muy prematuro hablar de una hipótesis sobre la causa del siniestro. Los servidores policiales señalaban que al existir víctimas fatales debían reunir evidencias para presentar a las autoridades.

Los vecinos se mantuvieron fuera de sus casas, siguiendo cada uno de los movimientos de los cuerpos de rescate. Comentaban lo que vivieron al escuchar el estruendo y lanzaban hipótesis sobre la nave y el siniestro.

Dos personas de la tercera edad vivían en la casa junto al parque. La reja de esta vivienda estaba carbonizada por las llamas del incendio de la aeronave.

Los dos adultos mayores, pareja, no estaban heridos. No querían dejar su hogar para no abandonar a sus dos perros y por miedo a la delincuencia.

Los rescatistas los convencieron. Los evacuaron junto a sus mascotas y los estabilizaron. La mujer necesitó de un suero ya que por la impresión del siniestro se descompensó, tenía la presión alta y muchos nervios.

Cuando se juntaron, los dos adultos se abrazaron y preguntaron por sus mascotas. Los vecinos celebraron el acto y les brindaron agua con azúcar, que según la creencia popular, sirve para calmar los nervios.

Fuente: El Comercio