Estrellas Fugaces

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Si, así son los futbolistas, como los fragmentos estelares que aparecen en el firmamento y luego se desvanecen. Es verdad que estos astros que caen del cielo duran segundos en dejarse ver, pero en el fútbol, el tiempo que tenemos para disfrutar de su magia resulta proporcionalmente corto.

Pasó con Pelé, Garrincha, Cruyff, Di Stéfano, Maradona, Valdano, Beckenbahuer, Rivelino, Ronaldinho, etc., etc., y en la actualidad sucede con quienes nos regalan apasionadas jornadas de fútbol exquisito, de momentos únicos en los que se configura la magia innata en ellos, la calidad, la perfección de su técnica.

Referirnos a la potencia y perfección de Cristiano es enaltecer el balompié con cada gol y con esa demostración de potencia y calidad.

¡Y qué decir de Messi! Único, inmortal, genio. Hace que el fútbol sea estético, espectacular. Tenemos el privilegio de verlos cada semana, ellos hacen sus piruetas y nosotros nos convertimos en comparadores de su gestión.

¿Quién es el mejor? Simple: los dos, pero la balanza se desequilibrará según el gusto de los “mesiánicos” o “cristianos”.

A él, como al resto, los vemos desaparecer poco a poco de este firmamento futbolístico. Su brillo se pierde aunque no el recuerdo de su magia. Cuenta regresiva para las otras estrellas, su tiempo se les acerca y ya vemos nacer a otros “cuerpos estelares” que ahora iluminan los campos de fútbol.

Y hay otros en los que su juego es cerebral, simple (para ellos) y con un toque convierten la vida de un hincha en un ensueño. Como Andrés Iniesta a quien el fútbol le debe todos los reconocimientos por lo que deja al retirarse del torneo en el que triunfó. Se consagró como héroe al anotar el gol más importante de la historia del balompié español para coronarse campeón en Sudáfrica. ¡En España lo idolatran!

A estas estrellas nacientes, a las que aún brillan, a las que ya se desvanecen, los seguiremos admirándolos en cada jugada, en cada historia, porque son, indudablemente, estrellas tocadas por Dios. (O)

Juan Pablo Campoverde