Bendecir la chicha, rito de fe

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A monseñor Marcos Pérez, la chicha de jora no le era familiar. Nacido en Daule, provincia del Guayas, el trópico con sus saberes y sabores le son familiares, más, al venir a Cuenca en el 2016, esas cosas de los andes, esas características intrínsecas de los cañaris le resultaron nuevas, interesantes y profundas.

Y fue en el pase del Niño Viajero donde el prelado se encontró con la chicha y con una serie de manifestaciones de índole ancestral cultural de esta región. Todo eso enriquecido con una sobredosis de fe y culto del Niño Viajero. El arzobispo ayer participó en el acto de bendición de la chicha que será repartida a los fieles, participantes y espectadores de la magna procesión o pasada del Niño Viajero a realizarse mañana.

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El Niño en brazos de Diana Cárdenas y junto con Mario Castro que asistieron a la ceremonia.

Muchas personas llegaron ayer a la casa de Césareo Pulla y Beatriz Álvarez para la bendición de la chicha. Familiares, amigos, periodistas, priostes, padrinos estaban ahí compartiendo momentos de oración y de alegría. Los 20 músicos de la Banda del Ejército tocaron villancicos. Una voz femenina casi sublime cantaba y el altar dorado y blanco acogió la imagen sagrada del Viajero.

Césareo -hijo de Rosa Palomeque, mentalizadora del Pase- está al frente de todo esto, él heredó no sólo la fe y tradición, sino el rendir tributo al Niño Viajero y elaborar chicha para la muchedumbre que llega a la pasada. Ya son muchos años que en cada diciembre Cesáreo congrega a hijos, nuera, yernos, nietos y bisnietos para elaborar la chicha.

Diez mil litros de chicha, para 40.000 vasos reposan en siete tanques de 1.600 litros cada uno. Mañana en la madrugada, todo el líquido dulce de fermento se pondrá en seis envases de 1.100 litros cada uno, se cargarán en camiones y se instalarán en la esquina de las calles Bolívar y General Torres para ser entregados.

Monseñor Marcos Pérez durante la ceremonia de bendición de la chicha, en los días previos a la pasada del Niño Viajero. PSR

La bendición de la chicha es tradicional en la celebración de la pasada. Cuando el Niño acompañado de la banda, en brazos de la chola llega a la casa de Cesáreo, la ceremonia empieza. El mantenedor, un octogenario hombre de pocas palabras, agradece a los priostes, padrinos y a monseñor que ha llegado a su casa.

El día de bendición, los Pulla-Álvarez ubicaron: a la derecha del altar del Niño decenas de botellas con la sagrada bebida andina hecha de maíz germinado, y a la izquierda muchos panes de pascua. Todo lo bendecido será repartido. La generosidad de ellos es tal que, cada asistente a ese acto llevó consigo un litro de chicha y un pan de pascua. Cosa igual sucederá mañana en la tradicional procesión que congrega aproximadamente a 100 mil asistentes, entre participantes y espectadores.

Vinicio, Esperanza, Patricia y Ana Pullla, hijos de Cesáreo, se empoderan de cada cosa que hacen en honor al Niño. “Para nosotros, la familia Pulla-Álvarez, este es un momento de muchísima alegría, podemos transmitir a nuestros pequeños la gran fe que recibimos de nuestros antepasados”, afirmó Ana.

Fuente: El Mercurio