El humo que desde el lunes encapota el cielo de Santiago de Chile, procedente de los incendios forestales de Australia, permanecerá sobre la capital chilena mientras continúe el desastre y según la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) se prevé que se extienda por el resto del continente.
El cielo chileno amanece desde hace tres días cubierto de una neblina gris y en la capital, cuyo paisaje habitual lo adornan kilómetros de grandes montañas -los faldones de la cordillera de Los Andes- luce desde el lunes una cortina de humo que envuelve las formaciones rocosas.
El mayor pico de humo en la atmósfera chilena se registró según la DMC el pasado martes, coincidiendo con un momento de alta intensidad de los incendios de Australia, cuando una masa que cruzó inicialmente el sur de Chile fue advertida en la zona centro al cubrir el cielo y atenuar el sol.
El humo de los devastadores incendios, que ya han calcinado 6 millones de hectáreas y han dejado al menos 26 fallecidos, llegó a Chile tras viajar más de 13.000 kilómetros por el océano Pacífico.
A pesar de las lluvias que alivian a los bomberos australianos desde hace dos días, los incendios persisten y expertos de la Dirección Meteorológica de Chile vaticinan que la nube de humo que llegó a Latinoamérica permanecerá mientras continúen los fuegos.
Según explicó a Efe el meteorólogo de la DMC, Arnaldo Zúñiga, “hay que pensar que el verano está empezando, enero tiene pico máximos de temperatura en Chile y en Australia y es muy probable que lamentablemente vuelvan los incendios y el humo sea nuevamente trasladado a Suramérica”.
CHILE, LA PUERTA DE AMÉRICA DEL SUR AL HUMO
Chile posee un borde costero de casi 6.500 kilómetros enfrentado con el océano Pacífico, lo que convierte al país en “la puerta de entrada a todos los fenómenos meteorológicos de Suramérica”, afirmó el experto a Efe.
“Todo lo que venga meteorológicamente (desde el oeste) pasa por Chile e inmediatamente repercute en Argentina y Brasil”, agregó Zúñiga, quien además añadió que la afectación en los sectores argentino y brasileño se multiplicarán por la humedad y el calor proveniente del Amazonas.
EL HUMO LLEGÓ CON LAS VAGUADAS
Además de su estratégica ubicación, el patrón de circulación de corrientes de aire, en forma de vaguadas, que fluye desde el océano Pacífico hasta las costas chilenas han sido claves para el transporte del humo que recorrió en forma de ondas más de 13.000 kilómetros (11.000 kilómetros en línea recta).
El término vaguadas se refiera a masas de aire cálido que ascienden a lo largo de una zona alargada de baja presión atmosférica, que en este caso, según indicó Zúñiga, “se corresponde con el cinturón de bajas presiones del oeste” que se extiende desde Australia hasta la zona centro-sur de Chile.
La corriente de aire alcanza una altitud de 4.000 metros, lo que le permite sobrepasar la cordillera de Los Andes que recorre el país de norte a sur y llegar a Argentina, Uruguay y Brasil.
NO TENDRÁ GRAVES CONSECUENCIAS
La altitud de la masa de aire provoca también que las partículas más grandes que conforman el humo caigan en el recorrido y la nube arrastrada la formen moléculas de menor tamaño que no afectan a la salud de las personas ni a la aeronavegación, algo usual en las columnas que se desprende de las erupciones volcánicas.
El mayor peligro del humo arrastrado de los incendios es el efecto de “cuerpo negro” que se ha producido sobre los glaciares de Nueva Zelanda, en el que las partículas de carbono se decantaron y cayeron derritiendo el hielo, algo que no ha llegado a suceder en Chile.
Según explicó Zúñiga, “al estar Chile con un déficit de agua y de nieve de un 77 %, y al no haber casi nieve en la cordillera (de Los Andes) no se ha producido este efecto”.
Los incendios australianos, considerados entre los peores del siglo, han calcinado ya más de 2.000 casas y provocado la muerte de al menos 480 millones de animales.
Según informó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Latinoamérica no será la única región afectada, sino que el humo de los incendios podría dar la vuelta al mundo en las condiciones actuales.
Fuente: El Mercurio