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Hace diez días la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) dictó una sentencia histórica contra Ecuador por el primer caso de violencia sexual en las aulas que llega a esta instancia internacional.

El Estado deberá indemnizar a la familia de Paola Guzmán, una joven de 15 años que tras abuso sistemático de parte del vicerrector de su colegio y de presuntamente quedar embarazada, se suicidó al ingerir diablillos.

Esto ocurrió en el año 2002 y tras 18 años de lucha Petita Albarracín, la madre de Paola, pudo cerrar un capítulo amargo de su vida.

Ella siente que se hizo algo de justicia, pero se queda con la frustración de saber que el hombre que violó a su hija, quien ahora tendría 80 años, está libre. El vicerrector del colegio Matilde Serrano, Bolívar Espín, no estuvo preso ni un solo día. Cuando se emitió la boleta de captura él huyó y años después el caso prescribió. El médico del colegio, quien según las amigas de Paola, le habría practicado un aborto, no fue investigado pese a que las compañeras contaron que supuestamente también habría abusado de ella.

Bolívar Espín ahora maneja un taxi y vive en Los Esteros, según información recibida por la madre de Paola.

“Una profesora a la que este hombre acosó y una vez encerró en un aula me llamó hace poco porque lo reconoció y me contó de él”, sostuvo Petita, quien indicó que fue dura la lucha en los tribunales y en el sistema educativo.

Ella hasta presenció la autopsia de su hija, pues cuando sus compañeras le contaron que supuestamente Paola había estado embarazada, la madre solicitó que en la autopsia lo confirmara. El médico legista de la época la hizo entrar al laboratorio y Petita vio el cuerpo abierto de su hija.

“Me mostró su útero y me dijo aquí no hay nada”, dijo.

Fue uno de los momentos más duros para esta madre de dos niñas. En esa época la hermana de Paola tenía 5 años y quedaba al cuidado de su tía, mientras Petita recorría instituciones como la Subdirección de Educación, la Fiscalía y hasta la Defensoría del Pueblo.

“Decían que mi hija había seducido a ese hombre que tenía más de 60 años. Ella era una niña”, insiste Petita, quien cuenta orgullosa que después de varios años logró que Espín saliera del magisterio.

“Logré hablar con la exprimera dama Ximena Bohórquez, un día me enteré de que estaría en el Banco Central y me metí con mucho temor, pero sentía que mi hija me impulsaba. Le conté del caso, le dije que ese hombre había violado a mi hija y ella dio la orden, pero a él no lo botaron por lo que le hizo a Paola sino por abandono de cargo, porque estaba prófugo”, aclara la madre.

Ella recuerda también lo duro que fue tratar de denunciar el abuso de su hija en la Subdirección de Educación de la época. Asegura que todo era una mafia ahí.

“Me citaban a las 09:00, pero me atendían recién a las 15:00. Yo escuchaba que decían “ella está por el caso del Matilde Serrano, hay que apoyar a Bolívar, es nuestro compañero”… me sentí tan indefensa”, relata la mujer que cuando ya se estaba dando por vencida se encontró con el Cepam y el Centro de Derechos Reproductivos, instituciones que la asesoraron y denunciaron su caso en la CIDH.

Petita viajó a Costa Rica para exponer el abuso y la ineptitud del Estado ecuatoriano.

El fallo obliga a los países miembros a garantizar el accesos a la educación integral que incluya el acceso a educación sexual y reproductiva para que las niñas entiendan sus derechos y las relaciones afectivas para que puedan identificar si son abusadas.

En la sentencia también se pide al Ecuador decretar un día oficial de lucha contra la violencia sexual en las aulas y reestablecer el buen nombre de Poala, reconocer que fue víctima de violencia sexual y que su muerte está relacionada directamente con la agresión. (I)

EL ESTADO AÚN NO PAGA INDEMNIZACIÓN A PETITA

El Estado aún no ha contactado a Petita tras el fallo. Ella debe ser indemnizada. Algunas autoridades se pronunciaron en redes sociales tras conocer la sentencia. Petita contó que le propusieron realizar una graduación póstuma para Paola, aunque dice que eso no le devuelve a su hija, analiza si aceptarlo y recuerda que el sueño de su hija mayor era ser secretaria y trabajar en una oficina.

Fuente: El Universo