Lavrov justifica el bombardeo a hospital materno infantil de Mariúpol que desató indignación mundial

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El ataque aéreo ruso contra una maternidad de Mariúpol, en el que murieron tres personas y 17 resultaron heridas, provocó este jueves (10.03.2022) la indignación de funcionarios ucranianos y occidentales, que lo calificaron de crimen de guerra.

«El bombardeo ruso a un hospital pediátrico es un odioso crimen de guerra», dijo el jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, en Twitter, añadiendo que los ataques contra áreas residenciales y el bloqueo a convoyes de ayuda humanitaria «deben cesar de inmediato».

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, desestimó la preocupación por las víctimas civiles como «chillidos patéticos» de los enemigos de Rusia. Afirmó, sin aportar pruebas, que el hospital de Mariúpol había sido tomado por combatientes radicales de extrema derecha que lo utilizaban como base, a pesar de que las fotografías de las secuelas muestran a mujeres embarazadas y niños en el lugar. Además, Lavrov afirmó el jueves que en el lugar no había personal médico.

El edificio «había sido tomado desde hace tiempo por el batallón Azov y otros radicales. Todas las mujeres en trabajo de parto, las enfermedas y el personal de apoyo había sido retirado», dijo Lavrov luego de contactos con el canciller de Ucrania, Dmytro Kuleba, en Turquía.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, rechazó las acusaciones rusas de que combatientes ultrarradicales se habían instalado en un hospital de maternidad de Mariúpol.

«Se mintió a los rusos en la televisión sobre el hecho de que supuestamente no había pacientes en el hospital ni mujeres y niños en la maternidad», dijo Zelenski en un mensaje de vídeo. Todo eran «mentiras», añadió.

Los «propagandistas» de la televisión rusa tendrán que rendir cuentas, añadió, ya que también acusó a Rusia de obstaculizar los intentos de crear corredores humanitarios desde Mariúpol. «Las tropas rusas ya han creado un desastre humanitario en Ucrania», dijo.

Las autoridades ucranianas dijeron que un niña se encontraba entre los muertos en el ataque del miércoles en el crucial puerto del sur de Mariúpol. Otras 17 personas resultaron heridas, entre ellas mujeres que esperaban dar a luz, médicos y niños enterrados entre los escombros.

Cuando la serie de explosiones alcanzó el hospital infantil y de maternidad de Mariúpol, el suelo tembló a más de un kilómetro de distancia. Las explosiones hicieron volar las ventanas y arrancaron gran parte de la fachada de un edificio.

La policía y los soldados se apresuraron a evacuar a las víctimas, llevando a una mujer sangrante con el vientre hinchado en una camilla entre coches en llamas y destrozados. Otra mujer se lamentaba mientras sostenía a su hijo.

El ministro de las Fuerzas Armadas de Reino Unido, James Heappey, dijo que tanto si el impacto en el hospital fue un fuego «indiscriminado» contra una zona urbanizada como si fue un objetivo deliberado, «es un crimen de guerra».

La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, de visita en Polonia, país vecino de Ucrania, respaldó los llamamientos para que se lleve a cabo una investigación internacional sobre los crímenes de guerra de la invasión, afirmando que «los ojos del mundo están puestos en esta guerra y en lo que Rusia ha hecho en términos de esta agresión y estas atrocidades».

Un voluntario trabaja en el interior del hospital de maternidad dañado por los bombardeos en Mariúpol, Ucrania. Un voluntario trabaja en el interior del hospital de maternidad dañado por los bombardeos en Mariúpol, Ucrania.

El presidente polaco, Andrzej Duda, calificó el ataque al hospital de «acto de barbarie» y dijo que «es obvio para nosotros que en Ucrania los rusos están cometiendo crímenes de guerra».

El oficial de la policía regional ucraniana Volodimir Nikulin, de pie entre las ruinas, calificó el ataque a Mariúpol de «crimen de guerra sin ninguna justificación».

Las imágenes de mujeres embarazadas cubiertas de polvo y sangre dominaron los informativos de muchos países y provocaron una nueva ola de horror ante la guerra de dos semanas desencadenada por la invasión rusa, que ha matado a miles de soldados y civiles, ha expulsado a más de dos millones de personas de Ucrania y ha sacudido los cimientos de la seguridad europea.

Otros millones se han visto desplazados dentro del país. El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, declaró el jueves que cerca de 2 millones de personas –la mitad de los residentes del área metropolitana de la capital– han abandonado la ciudad, que se ha convertido prácticamente en una fortaleza.

«Cada calle, cada casa… está siendo fortificada», dijo en declaraciones televisadas. «Incluso gente que en su vida pensó en cambiarse de ropa, ahora está uniformada con ametralladoras en las manos».

Una selección de periódicos nacionales británicos el jueves 10 de marzo de 2022, en Londres, mostrando la reacción al informe de un ataque aéreo contra el hospital de Mariupol en Ucrania el miércoles. Una selección de periódicos nacionales británicos el jueves 10 de marzo de 2022, en Londres, mostrando la reacción al informe de un ataque aéreo contra el hospital de Mariupol en Ucrania el miércoles.

También cayeron bombas en dos hospitales de una ciudad al oeste de Kiev el miércoles, según su alcalde. La Organización Mundial de la Salud dijo que ha confirmado 18 ataques contra instalaciones médicas desde que comenzó la invasión rusa hace dos semanas.

Al entrar la guerra en su tercera semana, los funcionarios occidentales dijeron que las fuerzas rusas han hecho pocos progresos sobre el terreno en los últimos días. Pero han intensificado el bombardeo de Mariúpol y otras ciudades, atrapando a cientos de miles de personas, con escasez de alimentos y agua.

Fuente: DW