Viven del día a día y encerrarse sería un lujo

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En las calles, ahí es donde consiguen la plata. No encerrados, encerrados pasan los días, el bolsillo se vacía y el estómago no espera. Es la historia de cientos de personas que salen a diario a las calles de la ciudad a vender limones, mascarillas o guantes para poder llevar el sustento a casa.

Es el caso de Yubisay Ruiz quien solía trabajar vendiendo maní en la avenida Solano, pero desde que inició la emergencia sanitaria las autoridades le ordenaron salir de la vía. Estuvo unos días cumpliendo la cuarentena hasta que se dio cuenta de que no podía, pues necesitaba ingresos.

Volvió a la calle y un comerciante le entregó mascarillas y eso es lo que ahora vende en la avenida Remigio Crespo. Tiene un cartel en su mano en el que explica que vive de lo que gana a diario. Es oriunda de Venezuela y en la misma situación que ella está su hermana y un compatriota.

El mes que pasó no pudo pagar los 65 dólares del arriendo, pero aseguró que ahora reúne para entregar por cuotas la renta. Pero también tiene que enviar dinero a Venezuela a sus hijos y a sus madre que está en Bogotá, “aquí nos han tratado muy bien”, dice.

Comentó que ha sido beneficiada con algunos kits alimenticios y los vecinos del barrio donde vive le regalaron una cocineta, pues ella solía preparar la comida en la casa de unos compatriotas.

La coordinadora zonal 6 del MIES, Ruth Caldas, explicó que la ayuda de los kits alimenticias se entregan a las personas más necesitadas, sin importar la nacionalidad.

El programa se llama ‘Dar una mano, sin dar la mano’ y desde que inició ha llegado a 400.000 beneficiarios. Ruiz ha sido una de las beneficiadas con este programa, al igual que Juan Bustos, quien es oriundo de Loja y se quedó en Cuenca cuando suspendió el servicio de transporte interprovincial.

Pero hay situaciones más difíciles como la que les tocó vivir a Pedro Terán a quien sacaron del departamento donde residía en Azogues, provincia del Cañar. Él vendía limones en las calles y le impidieron que siguiera con el oficio.

Tuvo que irse a Paute, armó una carpa en la orilla de un río y ahí se quedó hasta que los funcionarios del MIES llegaron y se los llevaron a un refugio.

Aunque la condición es que no salgan más, a la fecha hay más de 22 personas, entre nacionales y extranjeros, en ese espacio. Es esta situación el Estado garantiza la estabilidad de los más vulnerables.

Así lo determina el segundo inciso, del número 2 del artículo 11 de la Constitución de la República, que señala que todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades, y que nadie podrá ser discriminado por su condición migratoria.

Por su parte, la Dirección de Desarrollo Social a través del Banco de Alimentos de Cuenca, ha entregado 10.400 kits alimenticios, los mismos que se han distribuido en el sector rural y urbano.

Esta ayuda se ha otorgado especialmente a fundaciones, asociaciones y grupos vulnerables, entre adultos mayores, personas con enfermedades catastróficas y gente que vive al día como recicladores y vendedores ambulantes.

Cada kit se elaboró con base a las recomendaciones de especialistas en nutrición y se prevé que pueda cubrir necesidades alimenticias básicas durante algunos días a familias de cuatro personas.

La unidad contiene granos como lentejas, fréjol y avena, atún, aceite, azúcar, sal, arroz, leche y embutidos, entre otros.

Desde las 08:00 y hasta las 14:00 en las calles de la ciudad es cada vez más común ver que los vendedores ambulantes decidieron dejar el confinamiento para salir a las calles a trabajar, al principio había más respeto, pero ya no.

Todos usan guantes y tapabocas, se protegen, pues quieren seguir trabajando para ayudar a los suyos y para esto deben estar sanos. Confiesan que sienten miedo de contagiarse de covid-19, pero no paran.

Fuente: El Tiempo